Es cierto que un currículum bien presentado y actualizado con información clara y de calidad que refleje tu experiencia laboral de forma profesional es esencial para lograr una contratación laboral. Pero esto no es todo, el siguiente paso del proceso de selección es crucial, la entrevista, en ella nos conocen como persona, profesionalmente y actitudinalmente.
De este modo, podemos ser excluidos de muchos procesos de selección por nuestra actitud y/o poca preparación de la entrevista, porque sí, debemos llevar la entrevista preparada.
Los seleccionadores de Recursos Humanos saben que elegir a un candidato sólo por sus méritos y ,posteriormente hacer que interiorice los valores y actitudes necesarios para funcionar correctamente, es un proceso lento, costoso y que no siempre se consigue. Por eso, cada vez más, la actitud y los valores se vuelven criterios esenciales y deben estar presentes desde el primer momento en el candidato.
El poder de la actitud significa tener la capacidad de adecuar tu predisposición emocional de manera consciente y asegurarte de haber realizado una evaluación positiva de la entrevista antes de que llegue el momento y como preparación previa. Tener en mente que debemos mostrarnos tal y como somos implica también reconocer cuáles son esas actitudes que nos definen y que son valoradas en una entrevista de trabajo. Esto evitará que pasemos por alto su exteriorización.
A pesar de que parte de las actitudes valoradas en una entrevista dependen del puesto de trabajo, hay algunas que son comunes a todos los casos, como por ejemplo, la escucha activa. Tomarte tu tiempo para escuchar a la otra persona denota calma, tranquilidad y respeto hacia las palabras de la otra persona y, a su vez, nos permite estructurar nuestras ideas y prepararnos para dar la mejor respuesta posible.
Por otro lado, podríamos hablar de la motivación. Cuando llegamos motivados a una entrevista de trabajo, se percibe en un primer momento en nuestro lenguaje corporal pero, también, cuando aclaramos nuestras dudas sobre aspectos comentados. Esto denota nuestro interés y curiosidad por el puesto al intercambiar puntos de vista.
Asimismo, la proactividad sería otra actitud importante que cuidar ya que, alguien proactivo, entiende que una entrevista de trabajo es un espacio de diálogo y no una conferencia personalizada en la que cada persona emite mensajes de manera unilateral. Más allá del ámbito comunicativo, la proactividad se plasma en la facilidad para anticiparse, proponer soluciones y aportar cosas que no se esperan de nosotros.
Por último, comentaremos la importancia de la orientación hacia los resultados y la empresa. Es importante conocer y mostrar interés en cuáles son los objetivos y fines últimos de la organización, así como interesarnos por la empresa e investigar qué labores hacen, como se organizan, etc., para poder encauzar nuestros esfuerzos en sintonía con los de la empresa.
Haz saber al entrevistador qué conocimientos y habilidades posees y cómo estos pueden ayudar a lograr objetivos.
Este post es una actuación enmarcada en el programa PILA, cofinanciado por el Fondo Social Europeo, en colaboración con la Consejería de Industria, Empleo y Promoción Económica de Asturias y el impulso de CEPES como Organismo Intermedio del FSE.