Las dinámicas de grupo se utilizan como parte del proceso de selección, habitualmente cuando existen muchos candidatos, dado que minimizan el tiempo que llevaría entrevistar individualmente a esas personas. Si bien es cierto que este tipo de pruebas tienen cierto sesgo al no ser una situación real, son muy utilizadas y conocerlas te dará ventaja a la hora de enfrentarte a ellas.
Consisten en realizar una serie de actividades con un grupo de personas, candidatos como tú, y ante las tareas propuestas el seleccionador observará el comportamiento y actitudes dentro de un grupo de trabajo
Miden aspectos tales como la comunicación, el trabajo en equipo, resolución de problemas, persuasión, iniciativa, control emocional, actitudes, habilidades sociales…
Los ejercicios propuestos pueden ser de diversa índole, siendo el caso o ejercicio propuesto lo menos importante. Son situaciones hipotéticas en las que siempre habrá un dilema, conflicto o caso difícil de resolver para propiciar el debate, no busques la solución perfecta pues no suele existir, no les de peso al ejercicio en sí y céntrate en cómo es recomendable que te comportes.
¿QUÉ SÍ HACER?
Participación activa, cooperación, respecto, escucha activa, buscar el objetivo e intereses comunes, convicción e iniciativa, naturalidad, aportar siempre soluciones y no únicamente destacar los problemas, amabilidad y asertividad en tu comunicación.
¿QUÉ NO HACER?
Intentar adivinar lo que se busca, ser agresivo, obstinación, pensar que es un juego y no meterte en el papel propuesto, considerar enemigos al resto de miembros del grupo.
No tienes porqué intentar asumir el papel de líder, pero sí crear un ambiente de trabajo agradable a tu alrededor. No existe un comportamiento ideal. Dependiendo del puesto a cubrir se buscarán personas con diferentes características. Sigue las recomendaciones y no intentes adivinar qué se busca, así tendrás más posibilidades de éxito.
Este post es una actuación enmarcada en el programa PILA, cofinanciado por el Fondo Social Europeo, en colaboración con la Consejería de Industria, Empleo y Promoción Económica de Asturias y el impulso de CEPES como Organismo Intermedio del FSE.
Los test psicotécnicos y pruebas de personalidad son otro tipo de pruebas utilizadas en ocasiones en los procesos de selección.
Existen diferentes tipos y cada uno mide los siguientes aspectos:
Pruebas de inteligencia: Su objetivo es medir la capacidad de razonamiento, y algunos de sus ítems suelen referirse a series de números, figuras, letras o palabras.
Pruebas de aptitudes: Miden la capacidad de los candidatos para la realización de una serie de tareas, evaluando la destreza que demuestran en la ejecución de cada una de ellas. Por ejemplo: atención, percepción, memoria, orientación espacial, aptitudes verbales, aptitudes numéricas, etc.
Pruebas de personalidad: Sirven para identificar tendencias o rasgos de personalidad presentes en los candidatos.
Entre las más comunes están pruebas de aptitudes, la suerte es que este tipo de prueba pueden, y de hecho deben, entrenarse. Tienes a tu alcance tanto en internet como en las librerías diferentes recursos para entrenar este tipo de psicotécnicos. Te recomendamos incluirle un tiempo en tu agenda de búsqueda de empleo, pruébalo y verás que será algo parecido a practicar crucigramas. Además estarás entrenando y manteniendo ágil tu mente con la práctica diaria de estas aptitudes.
A la hora de la ejecución están son algunas de las recomendaciones que te ayudarán a afrontar con éxito su desarrollo:
SERENIDAD. Acudir descansados y tranquilos.
ENFOQUE. Leer con mucha atención a las instrucciones, por ejemplo, hay pruebas que buscan la rapidez y no solo el acierto, hay que tener claro el objetivo que nos marcan para adaptarnos a lo que nos piden.
AJUSTE AL TIEMPO. El tiempo suele ser limitado y si nos atascamos en un ítem lo mejor es pasar al siguiente.
SINCERIDAD. Ser sinceros en las pruebas de personalidad. Éstas cuentan con ítems dedicados a mediar la llamada “deseabilidad”, es decir aquello que quieres mostrar de ti, por tanto, es inútil querer mostrar determinadas tendencias, lo mejor es ser sincero.
CERO DUDAS. No siempre es posible, pero si esta permitido hacer preguntas, no te quedes con dudas.
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Desde siempre, en los procesos de selección el objetivo principalde la entrevista ha sido captar a la persona que posea las características adecuadas para el desempeño eficaz de un puesto de trabajo. Hoy día, debido a la evolución y las necesidades del mercado laboral y las empresas, no sólo es necesario poseer los conocimientos específicos para el puesto (entrevista tradicional) sino que también cobra una gran relevancia otro tipo de capacidades, como las competencias transversales de los candidatos (entrevista por competencias). Por tanto, en las entrevistas por competencias no sólo es importante el saber hacer (conocimientos técnicos) sino que se buscan características personales de la persona que pueden ser medidas a través de sus comportamientos.
¿Cuáles son los componentes que forman las competencias?
Conocimientos (saber) + Habilidades/destrezas (saber hacer) + Actitudes (saber estar) + Motivación (querer hacer) + Medios y recursos (poder hacer).
¿Cómo saber que se trata de una entrevista por competencias?
Puede haber varios modos de detectar que la entrevista que te van a realizar es una entrevista por competencias. Si en la oferta de empleo publicada por la empresa, además de los conocimientos y experiencia laboral necesaria, se citan otros aspectos como “se valorará capacidad de trabajo en equipo, organización, iniciativa, resolución de problemas…”, es muy probable que se te aplique una entrevista por competencias, para indagar sobre esas “otras capacidades”. Si durante la entrevista, el entrevistador insiste en preguntas relacionadas con situaciones a las que la persona estuvo sometido/a en el pasado haciendo que se pongan ejemplos constantes de cómo fue nuestro comportamiento en dichas situaciones, también estás siendo entrevistado a través de este enfoque.
¿Qué consejos podemos tener en cuenta?
Para enfrentarse a una entrevista por competencias, lo más importante es prepararse para ella.
Lo primero, saber nuestro currículum de memoria para poder contestar todas las preguntas que nos hagan en referencia a este.
Realizar un ejercicio de autoanálisis de nuestros puntos fuertes y débiles en relación con nuestras competencias transversales y su aplicabilidad en ese puesto de trabajo.
Conocer en profundidad las características de la empresa para predecir las competencias que puede tener asociado el puesto vacante.
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Te mostramos las preguntas más frecuentes en una entrevista de trabajo, divididas en categorías. Ten en cuenta que la entrevista no es una ciencia exacta como tampoco lo es el entrevistador, por lo que te puede hacer cualquiera de estas preguntas en el orden que prefiera así como mezclar las categorías, según lo considere oportuno.
Directas: “¿Cuántas horas duró ese curso?”
Indirectas (sesgadas): La información se obtiene por deducción a partir de respuestas con contenido diferente en apariencia. Aquí nuestra habilidad sería intuir qué es lo que busca averiguar el entrevistador para tenerlo en cuenta en nuestras respuestas. Ej. “¿Qué hace en su tiempo libre?”
Abiertas: Nos dejan la oportunidad de emitir una respuesta personal y amplia. Lo ideal es aprovechar esas “oportunidades” para dar la información más favorecedora. Ej. “¿Qué piensa de este trabajo?”
Cerradas: Exigen una respuesta de sí o no, o dejan posibilidades limitadas de respuesta. Es recomendable utilizarlas para tomar la iniciativa y “abrir” la pregunta y su respuesta. Ej. “¿Estás casada?”
De reiteración: Permiten precisar mejor una información o pregunta. Para nosotros nos sugieren pistas sobre qué es lo que buscan. Ej. “¿Podría desarrollar su idea sobre…?”
Según el contenido de las preguntas haríamos la siguiente distinción, en la cual mencionaremos distintos ejemplos de cada tipo:
Personalidad. Háblame de ti mismo. Cuéntame una anécdota en la que resolvieses con éxito una situación problemática. ¿Qué elemento diferencial aportas?
Experiencia: Cuénteme su trayectoria laboral. Motivos por los que finalizó su relación en la última empresa en la que estuviste.
Empleo: ¿Por qué quieres trabajar aquí? ¿Qué es lo que más te atrae de este puesto?
Vida privada: ¿Qué disponibilidad tiene para viajar? ¿Y para cambiar de residencia?
Metas y objetivos: ¿Por qué deberíamos contratarte? ¿Qué objetivos o metas tienes en la vida, a corto o largo plazo?
Probablemente ya sepas algunas de las preguntas más típicas de una entrevista, pero también tienes que estar preparado para otras “preguntas raras”. El objetivo de estas preguntas es que cada candidato demuestre su rapidez para pensar, su creatividad y, por qué no, su sentido del humor; además de otras características psicológicas que se pueden reflejar en las respuestas a estas preguntas. Veamos algún ejemplo:
Imagínate que se acercara un director de cine para ofrecerte hacer una película sobre tu vida, ¿qué actor o actriz te gustaría que fuera tu personaje?
¿Qué tipo de fruta te gustaría ser?
¿Qué tres cosas llevaría a una isla desierta?
¿Qué es lo más gracioso que te ha pasado recientemente?
Si el periódico de tu ciudad te hiciera una entrevista sobre tu vida, ¿qué titulo le pondrías?
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Es cierto que un currículum bien presentado y actualizado con información clara y de calidad que refleje tu experiencia laboral de forma profesional es esencial para lograr una contratación laboral. Pero esto no es todo, el siguiente paso del proceso de selección es crucial, la entrevista, en ella nos conocen como persona, profesionalmente y actitudinalmente.
De este modo, podemos ser excluidos de muchos procesos de selección por nuestra actitud y/o poca preparación de la entrevista, porque sí, debemos llevar la entrevista preparada.
Los seleccionadores de Recursos Humanos saben que elegir a un candidato sólo por sus méritos y ,posteriormente hacer que interiorice los valores y actitudes necesarios para funcionar correctamente, es un proceso lento, costoso y que no siempre se consigue. Por eso, cada vez más, la actitud y los valores se vuelven criterios esenciales y deben estar presentes desde el primer momento en el candidato.
El poder de la actitud significa tener la capacidad de adecuar tu predisposición emocional de manera consciente y asegurarte de haber realizado una evaluación positiva de la entrevista antes de que llegue el momento y como preparación previa. Tener en mente que debemos mostrarnos tal y como somos implica también reconocer cuáles son esas actitudes que nos definen y que son valoradas en una entrevista de trabajo. Esto evitará que pasemos por alto su exteriorización.
A pesar de que parte de las actitudes valoradas en una entrevista dependen del puesto de trabajo, hay algunas que son comunes a todos los casos, como por ejemplo, la escucha activa. Tomarte tu tiempo para escuchar a la otra persona denota calma, tranquilidad y respeto hacia las palabras de la otra persona y, a su vez, nos permite estructurar nuestras ideas y prepararnos para dar la mejor respuesta posible.
Por otro lado, podríamos hablar de la motivación. Cuando llegamos motivados a una entrevista de trabajo, se percibe en un primer momento en nuestro lenguaje corporal pero, también, cuando aclaramos nuestras dudas sobre aspectos comentados. Esto denota nuestro interés y curiosidad por el puesto al intercambiar puntos de vista.
Asimismo, la proactividad sería otra actitud importante que cuidar ya que, alguien proactivo, entiende que una entrevista de trabajo es un espacio de diálogo y no una conferencia personalizada en la que cada persona emite mensajes de manera unilateral. Más allá del ámbito comunicativo, la proactividad se plasma en la facilidad para anticiparse, proponer soluciones y aportar cosas que no se esperan de nosotros.
Por último, comentaremos la importancia de la orientación hacia los resultados y la empresa. Es importante conocer y mostrar interés en cuáles son los objetivos y fines últimos de la organización, así como interesarnos por la empresa e investigar qué labores hacen, como se organizan, etc., para poder encauzar nuestros esfuerzos en sintonía con los de la empresa.
Haz saber al entrevistador qué conocimientos y habilidades posees y cómo estos pueden ayudar a lograr objetivos.
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Estas son algunas de las preguntas más recurrentes en las entrevistas de selección y es probable que ya te hayas tenido que enfrentar a ellas o te acabes teniendo que enfrentar. Una reacción frecuente ante estas cuestiones suele ser de desconcierto, bloqueo y nerviosismo por no saber qué decir, realmente por desconocimiento y porque es muy posible que nunca te las hayas planteado. Y es en ese momento, en que el entrevistador te observa atento esperando tu respuesta, en que te da el tiempo justo para pensar ¿y ahora qué digo?… ¿»quedará bien» si digo esto?…, todo en una fracción de segundo. El resultado de nuestras respuestas en esta situación nos suele dejar descontentos, con cierta rabia por no haber hecho previamente esa reflexión y porque no representan cómo somos realmente.
Por eso queremos evitarte ese mal rato, que este tipo de preguntas te cojan por sorpresa, y que te puedan influir negativamente en el resultado de la entrevista. El primer paso es que reflexiones con tiempo, de manera individual, sin prisas, sobre estas cuestiones. En ese momento de tranquilidad y reflexión individual no tienes que tener miedo a ser juzgado y es cuando puedes pensar con más serenidad y claridad. No pienses en qué puedes decir y que no, en qué esperan que digas o qué no, piensa con franqueza. Sé totalmente honesto contigo mismo para que, llegado el momento de la entrevista, puedas llegar a dar respuestas correctas pero ante todo auténticas y sinceras.
Partiremos de la base de que todos, sin distinción, tenemos fortalezas y debilidades. Ahora vamos a ver cómo podemos identificarlas y qué podemos hacer con ellas.
Podríamos definir una fortaleza personal como aquella cualidad que te hace resaltar positivamente en algo. Las fortalezas de una persona son aquellas cosas que se nos dan muy bien o las habilidades y capacidades especiales que tenemos para realizar alguna tarea en concreto, de forma fácil. También se le podría llamar don.
En el lado opuesto, las debilidades personales pueden definirse como los hábitos, pensamientos y conductas negativas que impiden realizar labores con eficiencia, alcanzar metas y lograr aquello que se desea.
Las debilidades pueden concebirse como algo acerca de ti, que tienes el poder de mejorar. En lugar de enfocarte en el término “debilidad” y en su connotación negativa, piensa en esas áreas donde necesitas crecer o mejorar. Esto te mantendrá concentrado en el futuro y en lo que puedes hacer para superarte.
Es importante tener en cuenta que tanto el concepto de fortaleza, como el de debilidad, son relativos. Lo que para unos es fortaleza para otros puede ser una debilidad; y lo que en ocasiones puede presentarse como una debilidad en otras situaciones puede ser considerada una fortaleza y/o presentarse como una oportunidad.
Algunos TIPS para identificar tus fortalezas y debilidades:
Anota las actividades que realices habitualmente. Con la finalidad de identificar tus fortalezas y debilidades, debes pensar en las actividades en las que más participas o las que te parecen más satisfactorias. Durante aproximadamente una semana escribe todas las actividades que realices durante el día, clasificándolas del 1 al 5 en función de lo mucho que las disfrutas o participas en ellas.
Reflexiona sobre tus valores. En ocasiones, puede ser difícil identificar nuestras fortalezas y debilidades debido a que no nos tomamos el tiempo para reflexionar sobre nuestros valores fundamentales. Identificar tus valores te puede conectar directamente con tus fortalezas y debilidades.
Enumera tus deseos. Pregúntate cuáles son tus deseos. Tus deseos o anhelos dicen mucho acerca de ti, incluso si has pasado mucho tiempo negándolos. Considera la razón por la que quieres completar esas actividades o metas y lo que necesitarás para lograrlo. Tus pasiones y sueños suelen ser áreas de gran fortaleza. Escríbelos en otra sección de tu diario, tus deseos y anhelos en la vida. Determina qué es lo que te impulsa y qué te hace feliz.
Comienza a preguntarte qué cosas son las que más disfrutas en la vida. Haz una lista de las actividades o las cosas que te hagan feliz y te brinden placer. Lo más probable es que estas áreas donde encuentres tus pasatiempos sean algunas de tus áreas fuertes. Identifica también, aquello que te atraía hacer cuando eras niño en tu tiempo libre, debes tenerlo en cuenta, ya que dice mucho sobre uno mismo y puede ayudarte a encontrar tus verdaderos talentos.
Piensa en una situación difícil que hayas vivido. ¿Cómo reaccionaste cuando te enfrentaste a la situación? ¿Te callaste y te retiraste o enfrentaste el desafío? ¿de qué manera lo enfrentaste?
Si tomaste el control, probablemente sientas que ese valor y la capacidad de controlar esa situación son una fortaleza. Si por el contrario te viste desbordado, e incluso perdiste los nervios, podría ser una debilidad.
Piensa en una situación que no tiene por qué ser desafiante como la anterior, pero que te haya incomodado, que incluso sea una situación que se repita habitualmente y que siempre te incomode. Por ejemplo, ¿ cómo reaccionas cuando entras a una habitación llena de gente?, ¿entablas una conversación con todos los que conoces o prefieres buscar una esquina tranquila, lejos del ruido y relacionarte solo con una persona ?
La persona a la que le gusta relacionarse con los demás suele ser extrovertida y es buena socializando, mientras que la persona más tranquila es buena para relacionarse a nivel individual y para escuchar. Ambas fortalezas pueden utilizarse para beneficio natural de la persona.
Escribe tus fortalezas y debilidades. Una vez evaluado todo lo anterior, es momento de identificar lo que crees que son tus fortalezas y debilidades. Enfócate en el momento actual y según lo que haces en tu vida en el presente, ya sea a nivel personal como profesional. Recuerda que en este punto, nadie te califica o te juzga por tus respuestas, así que sé sincero y honesto contigo mismo.
Reflexiona sobre tus conclusiones para poder pasar a la acción. Después de evaluar tus fortalezas y debilidades, tómate un tiempo de reflexión y aceptación y márcate un plan de acción, tú decides si necesitas o quieres trabajar en alguna de tus debilidades. Una vez identificadas, también puedes hacer un uso más consciente de tus fortalezas, enfocarte en potenciarlas y sacarles el mayor partido posible.
Rechaza el perfeccionismo. Procura no obsesionarte con tus debilidades y no te fuerces a ocultarlas, recuerda su relatividad, asume que las tienes, que forman parte de ti y quiérete con ellas.
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