Las hard skills, son un conjunto de habilidades que pueden acreditarse. Las soft skills son una serie de competencias transversales, fundamentales, pues pueden tener un papel importante en la selección de personal.
Normalmente, las soft skills responden a ¿Cómo te comportas como individuo independiente? ¿Cómo actúas como individuo social? ¿de qué manera te enfrentas a los desafíos?
No importa si destacas por encima del resto gracias a tus hard skills. En la vida laboral, resulta difícil salir adelante si no se dispone de un conjunto sólido de soft skills aunque hay ciertos puestos de trabajo que requieren de expertos altamente cualificados. Trabajar en equipo, disponer de dotes comunicativas o ser organizado, son competencias muy demandadas. Lo que se busca es crear buen ambiente de trabajo.
Podemos destacar las siguientes competencias transversales:
Adaptabilidad: habilidad para trabajar eficazmente en situaciones diversas y con diferentes personas, asumiendo roles y funciones que no son las que desempeñamos habitualmente.
Empatía: Consiste en ponerse en el lugar de tus compañeros, tanto cuando fracasan como cuando tienen éxito. De esta manera se podrán humanizar las relaciones.
Resiliencia: Si eres capaz de sacar mucho trabajo sin agobiarte y sin que el estrés te pase factura. Esto es muy valorado. Empleados fuertes, en los que se pueda confiar.
Autonomía: capacidad de realizar una tarea de forma independiente, ejecutándola de principio a fin.
Competencia digital: habilidad para emplear todos los medios tecnológicos que están al alcance de cada uno.
Habilidad comunicativa: Transmitir de manera clara nuestras ideas. Mantener una escucha activa, fundamentar bien, expresarse con respeto y ser empático.
Iniciativa: Disposición proactiva para tomar decisiones.
Autocontrol: De esta manera se favorece el buen ambiente laboral, y si estas bien, trabajas mejor, eres más rentable y productivo.
Liderazgo: Capacidad para coordinar un equipo de trabajo de manera eficaz, logrando objetivos y obteniendo el mayor rendimiento.
Orientación al logro: La persona orientada al logro, trabaja para obtener los objetivos, desarrolla bien las tareas, teniendo en cuenta la optimización de recursos.
Capacidad para encajar las críticas: Las personas que saben aceptar las críticas y saben utilizarlas de forma constructiva suelen acabar siendo más exitosas.
Recuerda, las personas motivadas y comprometidas suelen estar más dispuestas a adquirir o ampliar sus habilidades metódicas.
ASATA desarrolla proyectos en el ámbito educativo promoviendo el emprendimiento y fomentando la igualdad en la sociedad. En este contexto y a través de este artículo queremos visibilizar la importancia de la orientación profesional en la etapa educativa y poder así dar más oportunidades a los jóvenes en la elección de su camino profesional.
Para Bisquerra (2005) la Orientación es: “Un proceso de ayuda y acompañamiento continuo a todas las personas, en todos sus aspectos, con objeto de potenciar la prevención y el desarrollo humano a lo largo de toda la vida. Esta ayuda se realiza mediante una intervención profesionalizada, basada en principios científicos y filosóficos”.
Los diferentes contextos en los que interviene dependen del proceso evolutivo del orientado. Primero, la orientación está presente en la etapa educativa, cuando el orientado es estudiante. En la siguiente fase, usted como ciudadano podrá obtener ayuda de los servicios públicos de empleo y entidades colaboradoras recibiendo sus servicios a lo largo de su vida. Estas ayudas también pueden ser necesarias en situaciones laborales, ya que no son excluyentes.
En nuestra sociedad de hoy, compleja y cambiante, la orientación profesional debe adquirir un nuevo desarrollo y buscar un mayor protagonismo en los centros de Secundaria. Es en la sociedad del conocimiento donde se encuentran nuevos significados y desafíos de la educación, del trabajo, del ocio que, unido a la era tecnológica, nos obliga, como orientadores profesionales, a una formación y orientación a lo largo y ancho de la vida, a una continua capacidad de adaptación a los cambios y a generar actitudes proactivas ante los mismos.
Una buena orientación profesional debe acompañar a la persona a alcanzar su autorrealización, “llegar a ser lo que realmente somos”, para ello es importante que el joven conozca sus fortalezas y oportunidades (determinantes personales) para que las contraste con sus debilidades y amenazas (del exterior, sus determinantes sociales) y así responder a los cuatro interrogantes básicos del proceso de orientación: ¿quién soy?, ¿dónde estoy?, ¿qué hacer y ¿cómo hacerlo?
Es en esta etapa de Educación Secundaria donde esta integración cobra sentido, dada la edad de los estudiantes y la proximidad de una transición importante, relacionada con la continuidad de sus estudios o con la incorporación al mundo laboral.
Ante estos planteamientos nos preguntamos si realmente se orienta al alumnado desde esta perspectiva, es decir, si se considera el trabajo como parte integrante de la vida y, por tanto, en conexión con el resto de aspectos que mediatizan el desarrollo de la persona o, por el contrario, se parte de actuaciones puntuales llevadas a cabo en los últimos cursos de la etapa de Secundaria con la intención de proporcionar información a los estudiantes sobre el sistema educativo y salidas laborales.
Este post es una actuación enmarcada en el programa PILA, cofinanciado por el Fondo Social Europeo, en colaboración con la Consejería de Industria, Empleo y Promoción Económica de Asturias y el impulso de CEPES como Organismo Intermedio del FSE.
En este post, te enseñaremos en qué consiste la ventana de Johari y hablaremos sobre autoconocimiento.
La realidad es que todos tenemos partes de nosotros que el resto de personas desconocen, pero también ocurre al contrario, los demás, pueden coincidir en ciertos rasgos que nos caracterizan de los que nosotros no somos conscientes. Por ejemplo, creemos que trabajamos muy bien en equipo cuando el resto de compañeros esperan más de nosotros, o pensamos que se nos da fatal hablar en público porque nos ponemos muy nerviosos, cuando los demás opinan que nos desenvolvemos a las mil maravillas… Pues bien, muchas veces la diferente percepción de las cosas puede ser foco de problemas o falta de entendimiento en las relaciones personales y profesionales. Por eso, si mejoramos en nuestro autoconocimiento, tendremos mayor capacidad para mejorar nuestras relaciones con los demás y para desarrollar nuestro potencial.
En esta línea, vamos a hablar de una herramienta de autoconocimiento diseñada en 1955 por los psicólogos estadounidenses, Joseph Luft y Harry Ingham, bautizada como la Ventana de Johari en honor a sus nombres: Jo(seph) + Hari(ngton), que tiene como objetivo demostrar gráficamente la interacción entre nuestra propia percepción y la percepción que las demás personas tienen sobre nosotros.
En ella se distinguen dos ejes, uno horizontal el “yo”, la propia persona; mientras que en el eje vertical “el otro” o “los otros”. Es así como se forman 4 cuadrantes que distinguen cuatro áreas del conocimiento de uno mismo en sus relaciones:
– Área libre (pública): es el cuadrante de aquello conocido por uno mismo y por los demás. En este cuadrante se incluye todo aquello que se comunica verbalmente y que pasa a ser un conocimiento mutuo de las personas. Indica el grado en el que nos damos a conocer ante el mundo, nos abrimos y hacemos saber de nuestras experiencias, pensamientos, intenciones y emociones.
– Área oculta: el área oculta deviene de aquello que es conocido por uno mismo, pero no por los demás. Aquí se incluyen toda la información que la persona se guarda para ella misma y no expone; la oculta de los ojos del resto. En este cuadrante se incluyen aquellos rasgos que la personalidad que uno es más reticente a mostrar o bien que se guarda para sí mismo.
– Área ciega: En este cuadrante se incluye aquello que desconocemos de nosotros mismos, pero que sí conocen los demás, por ejemplo, algo que hemos descubierto tras el comentario de algunas personas/amigos de confianza. Muchas veces nos negamos a querer ver según qué cosas, pero si más de dos o tres personas de confianza están de acuerdo en algún rasgo de nuestra personalidad, lo más probable es que algo de verdad haya en ello.
– Área desconocida: en el área desconocida se incluye todo aquello que desconocemos de nosotros mismos y que también desconoce el resto. Bien puede verse como la zona que ambas partes pasan por alto; sin embargo, al mismo tiempo puede ser el área de crecimiento y potencial. Aquí se encuentran la capacidad de aprender y crecer, de aprender nuevas cosas de uno mismo y de descubrirlas.
Explicación del cuadro
Estos cuatro cuadrantes son dinámicos, de modo que aumentan y disminuyen según nuestro momento vital, tipo de relación en el que estamos o el entorno donde nos encontramos. Pero al mismo tiempo son dependientes e interactúan entre sí, por lo que, si se produce un cambio en un cuadrante, este afectará a todos los demás. Es así como al dar a conocer parte de cómo somos, estamos reduciendo el área oculta y aumentando el área libre.
Según la teoría, la persona en la que predomina el área libre o “pública” funciona de manera más armónica y sana, pues se muestra tal cual es y cómo es, se conoce a sí misma y no vive con miedo a que los demás la conozcan.
¿Cómo aplicar la Ventana de Johari de manera práctica?
Hay muchas maneras de trabajar con la Ventana de Johari, una de las más clásicas es hacer un ejercicio como el siguiente:
1. Haz una lista incluyendo entre 5 y 10 características o rasgos que consideres que te definen como persona.
2. Haz que otras personas de confianza (amigos, pareja, compañeros de trabajo, familia) con las que tengas relación habitualmente generen también una lista con tus rasgos y características.
3. Una vez tengamos las diferentes listas, crearemos nuestra propia Ventana de Johari.
4. Clasificaremos como rasgos públicos, aquellos que hemos identificado nosotros y los demás en las diferentes listas.
5. Clasificaremos como rasgos ciegos aquellos que los demás han señalado, pero no nosotros.
6. Clasificaremos como ocultos aquellos rasgos que hemos mencionado nosotros, pero no los demás.
7. El resto de rasgos que no encajen en ninguna categoría, los dejaremos por descarte en el área desconocida (podrían o no pertenecer a este cuadrante, pero no necesariamente).
Este post es una actuación enmarcada en el programa PILA, cofinanciado por el Fondo Social Europeo, en colaboración con la Consejería de Industria, Empleo y Promoción Económica de Asturias y el impulso de CEPES como Organismo Intermedio del FSE.
Cambiar la actitud pasa por empezar a tomar conciencia de nuestros pensamientos. Ya hemos hablado en otras ocasiones sobre la relación entre Pensamiento, Emoción y Conducta, y del círculo vicioso que hay detrás de cada estado en que nos encontramos. Cómo, pensamientos positivos, generan emociones positivas y conllevan conductas positivas y de qué manera, pensamientos negativos, generan emociones negativas y conllevan conductas negativas.
En el artículo de hoy incorporamos la variable Actitud y vemos cómo, de igual forma, pensamientos positivos desencadenan actitudes positivas y pensamientos negativos, actitudes negativas.
Como punto de partida, antes que nada, debería plantearme ¿cuál es mi actitud? ¿debería cambiarla? ¿puedo mejorar mi actitud? ¿qué tengo que hacer si quiero cambiarla?
Si queremos saber cuál es nuestra actitud a nivel general puede ser muy interesante, por ejemplo:
Observar nuestras reacciones en momentos en los que las circunstancias sean desfavorables. Qué pensamos, qué emociones generamos, qué acciones realizamos…
Observar nuestro diálogo interno, esa voz que está en nuestra cabeza de forma constante y que puede ser nuestro mejor aliado o nuestro mayor enemigo.
Fijarnos en las críticas que hacemos a los demás. Una persona que tiene actitud positiva, difícilmente se pasa la vida criticando lo que los demás hacen o dejan de hacer.
Si te quejas con frecuencia y utilizas un lenguaje negativo, sientes que no tienes nada que agradecerle a nadie, siempre percibes lo malo ante lo bueno de las situaciones, te irritas fácilmente, te comparas con los demás quedando siempre en desventaja, culpas a terceros de tu infortunio, eres desconfiado o criticas sin miramientos, el pesimismo es tu inclinación habitual.
TODOS TENEMOS ALGÚN PENSAMIENTO NEGATIVO
Se habla mucho de la necesidad de tener una actitud positiva, pero partimos de la base de que, aunque sabemos que todo es más sencillo si somos positivos, no siempre es fácil mantener una actitud positiva, sobre todo en esos momentos en que parece que todo se nos tuerce o que todo a nuestro alrededor se tambalea.
En general, todas las personas podemos tener pensamientos de carácter negativo y pasar por periodos de cierta negatividad, suele suceder cuando nos sentimos agobiados y superados por las circunstancias. Somos humanos y podemos perder el control de nuestros pensamientos en muchos más momentos de los que nos gustaría. Es normal y no tenemos que sentirnos culpables por ello.
La clave se centra en no dejarnos arrastrar por esos patrones de pensamiento, sino en aceptarlosy transformarlos en positivos.
TRANSFORMAR PENSAMIENTOS NEGATIVOS EN POSITIVOS, ¿CÓMO PODEMOS HACERLO?
No se pretende evitar o eliminar los pensamientos negativos, pero sí cuestionarlos, con la finalidad de fomentar otros alternativos que nos creamos más y que sean más beneficiosos para nosotros, tanto en lo que nos hacen sentir como en lo que nos hacen hacer.
A continuación, te damos algunas Pautas que te permitirán hacer frente a esos pensamientos que te generan malestar:
1. En primer lugar, una estrategia clave para transformar pensamientos negativos en positivos es saber identificar el diálogo negativo. Esto, que al principio nos puede sorprender, es evidente: no nos damos cuenta de hasta qué punto estamos supeditados a los pensamientos obsesivos, negativos y limitantes. Debemos detectar esos razonamientos negativos. Los pensamientos negativos no deben esconderse, ni bloquearse. Se trata solo de aceptarlos tal y como son, tal y como vienen.
2. Contrasta, rebate, debilita. ¿Ese pensamiento negativo está justificado? ¿Qué pruebas tengo de que eso que pienso puede ocurrir con seguridad? Debemos entender que solo por pensar algo no tiene por qué ser verdad. En muchas ocasiones las personas cometemos errores en nuestros pensamientos, que distorsionan la realidad y no nos permiten juzgar con objetividad la situación.
3. Reformula el pensamiento de forma adecuada. Una vez detectado ese pensamiento y su posible distorsión, debemos reestructurarlo, es decir, debemos buscar otro pensamiento alternativo que sea más adaptativo y que no genere tanto daño en nosotros, que nos ayude a encontrarnos mejor.
ALGUNOS TIPS PARA LA TRANSFORMACIÓN
Cuida tu lenguaje. La palabra es poderosa y debe ser usada adecuadamente. Presta atención a cómo te expresas, piensa y habla conscientemente, porque el lenguaje limita o delinea la manera en que percibes el mundo y tiene un efecto en los demás.
Rodéate de personas positivas. Esto es básico para aprender a desarrollar la inteligencia emocional ya que el optimismo también es contagioso. Fomenta tus relaciones personales con gente alegre y positiva.
Enriquece tu mente. Sé proactivo y empieza a buscar herramientas para edificar una actitud positiva, dedica tiempo a la lectura, a escuchar tu música favorita, ir al cine, al teatro, todo aquello que despierte en ti buenas sensaciones es bienvenido.
Asume tu responsabilidad. Rehusar a reconocer tu parte de responsabilidad ante una circunstancia significa que te cierras a corregir ese comportamiento y volverá a ocurrir, esto alimenta una mentalidad de víctima.
Tu reacción ante las cosas siempre afecta al resultado, incluso cuando los eventos se escapan a tu control. Serás más positivo viendo la vida como algo sobre lo que sí puedes influir en lugar de estar a merced del destino, tú siempre decides cómo reaccionar y qué hacer a partir de ahí.
Deja de quejarte. La queja no resuelve nada, es pasiva e inútil. Canaliza toda la energía y el tiempo que pones en protestar en hacer algo para solucionar la situación, será mucho más provechoso.
Haz deporte. El ejercicio físico es una fuente de bienestar inagotable, te conecta con el presente, te fortalece también mentalmente y crea una química en el cuerpo que te hará sentir bien de inmediato.
Respira profundo. Las personas tranquilas tienen mejor actitud ante las cosas. Aprende a controlar tus reacciones y a serenar tu pensamiento a través de técnicas de respiración que también te ayudarán a clarificar la mente y a verlo todo de otro modo.
Este post es una actuación enmarcada en el programa PILA, cofinanciado por el Fondo Social Europeo, en colaboración con la Consejería de Industria, Empleo y Promoción Económica de Asturias y el impulso de CEPES como Organismo Intermedio del FSE.
La Actitud se puede entender como la respuesta emocional y manifestación conductual habitual y continuada ante las circunstancias de la vida. Por supuesto, esas conductas y emociones que repetidas una y otra vez crean y caracterizan nuestra actitud, vienen determinadas por nuestros pensamientos, que, también se repiten una y otra vez ante las mismas situaciones.
Diferentes DEFINICIONES para entender mejor la Actitud:
“Se puede definir una actitud como la tendencia o predisposición aprendida, más o menos generalizada y de tono afectivo, a responder de un modo bastante persistente y característico, por lo común positiva o negativamente (a favor o en contra), con referencia a una situación, idea, valor, objeto o clase de objetos materiales, o a una persona o grupo de personas”.
Kimball Young
“Puede definirse una actitud como una organización aprendida y relativamente duradera de creencias acerca de un objeto o de una situación, que predispone a un individuo en favor de una respuesta preferida”.
Rokeach
«La actitud es un sentimiento interior expresado en la conducta».
Rick Astley
COMPONENTES DE LA ACTITUD
Podría decirse que la Actitud es resultado de procesos cognitivos, afectivos y conductuales, que de manera integrada e interdependiente contribuyen a que una persona reaccione de una manera específica. Hablamos entonces de 3 componentes:
Componente cognitivo: va a estar reflejado por lo que pensamos, creemos y los esquemas que tenemos de la vida y de nosotros mismos.
Componente afectivo, emocional: se ocasiona por nuestros sentimientos, emociones y todo aquello que nos motiva. Es el sentimiento a favor o en contra de un objeto o situación.
Componente conductual: este elemento se refiere al modo en que son expresados las emociones y los pensamientos. Es el componente activo de la actitud.
CARACTERÍSTICAS DE LAS ACTITUDES
Las actitudes son adquiridas, son el resultado de las experiencias y del aprendizaje que el individuo ha obtenido a lo largo de su vida, que contribuye a que denote una tendencia a responder de determinada manera y no de otra.
Las actitudes son de naturaleza dinámica, es decir, pueden ser flexibles y susceptibles al cambio.
Las actitudes son impulsoras del comportamiento, son la tendencia a responder o a actuar a partir de los múltiples estímulos del ambiente.
Las actitudes son transferibles, es decir, con una actitud se puede responder a múltiples y diferentes situaciones del ambiente.
DIFERENTES TIPOS DE ACTITUD
Actitud Positiva: Es aquella que caracteriza a las personas que hacen un esfuerzo por ver lo bueno en prácticamente todo y mantienen un excelente optimismo a pesar de experimentar algunas dificultades.
Actitud Negativa: Son las personas que comienzan a observar todo con un gran pesimismo y aunque muchas cosas estén bien, se enfocarán específicamente en lo poco que salió mal y lo engrandecerán, suponiendo que es una gran catástrofe.
Actitud Proactiva: Se dice que una persona es proactiva cuando hace un esfuerzo adicional por buscar nuevas formas, estrategias y la creatividad para lograr el objetivo.
Actitud Reactiva: Son las personas que pueden ejecutar los trabajos, pero siempre están esperando los medios adecuados y al menor obstáculo se quedan paralizados. Las personas reactivas esperan cambios en el entorno y las circunstancias para actuar. También se asocia la reactividad con una actitud negativa y conformista.
Actitud emotiva: Está vinculada al uso de las emociones y puede observarse en el amor, la amistad y también en los proyectos que conllevan una motivación interna.
Actitud desinteresada: Es cuando una persona se centra en el beneficio que puede obtener otra gente. Estrictamente hablando, es bastante difícil tener una actitud completamente desinteresada, porque aún en las obras altruistas, las personas las realizan para satisfacer un deseo, porque existe un valor o razón que les dice que está bien proceder de esa forma.
Actitud interesada: Es aquella actitud que se basa en satisfacer las necesidades individuales y es natural, pero esa actitud debe ser usada con cuidado y evitar que los demás sean tan solo objetos que sirven para cumplir un propósito. En el afán de cumplir diversas metas personales, hay que demostrar interés en las relaciones que permitirán beneficios para ambas partes.
Actitud manipuladora: Es una actitud bastante común que se caracteriza por la explotación emocional o «chantaje emocional». Quienes presentan esta actitud manejan las emociones de los demás produciéndoles un sentimiento de culpabilidad, una culpa del todo infundada que da pie a que se acabe cediendo a sus deseos e intenciones.
Actitud integradora: Es una actitud que busca mutuos beneficios y un bien común y está presente en las buenas negociaciones y los diferentes intercambios satisfactorios que se dan en la vida. Quienes, además de pensar en ganar su parte, tienen en cuenta que los demás también puedan hacerlo, muestran una excelente actitud.
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Estas son algunas de las preguntas más recurrentes en las entrevistas de selección y es probable que ya te hayas tenido que enfrentar a ellas o te acabes teniendo que enfrentar. Una reacción frecuente ante estas cuestiones suele ser de desconcierto, bloqueo y nerviosismo por no saber qué decir, realmente por desconocimiento y porque es muy posible que nunca te las hayas planteado. Y es en ese momento, en que el entrevistador te observa atento esperando tu respuesta, en que te da el tiempo justo para pensar ¿y ahora qué digo?… ¿»quedará bien» si digo esto?…, todo en una fracción de segundo. El resultado de nuestras respuestas en esta situación nos suele dejar descontentos, con cierta rabia por no haber hecho previamente esa reflexión y porque no representan cómo somos realmente.
Por eso queremos evitarte ese mal rato, que este tipo de preguntas te cojan por sorpresa, y que te puedan influir negativamente en el resultado de la entrevista. El primer paso es que reflexiones con tiempo, de manera individual, sin prisas, sobre estas cuestiones. En ese momento de tranquilidad y reflexión individual no tienes que tener miedo a ser juzgado y es cuando puedes pensar con más serenidad y claridad. No pienses en qué puedes decir y que no, en qué esperan que digas o qué no, piensa con franqueza. Sé totalmente honesto contigo mismo para que, llegado el momento de la entrevista, puedas llegar a dar respuestas correctas pero ante todo auténticas y sinceras.
Partiremos de la base de que todos, sin distinción, tenemos fortalezas y debilidades. Ahora vamos a ver cómo podemos identificarlas y qué podemos hacer con ellas.
Podríamos definir una fortaleza personal como aquella cualidad que te hace resaltar positivamente en algo. Las fortalezas de una persona son aquellas cosas que se nos dan muy bien o las habilidades y capacidades especiales que tenemos para realizar alguna tarea en concreto, de forma fácil. También se le podría llamar don.
En el lado opuesto, las debilidades personales pueden definirse como los hábitos, pensamientos y conductas negativas que impiden realizar labores con eficiencia, alcanzar metas y lograr aquello que se desea.
Las debilidades pueden concebirse como algo acerca de ti, que tienes el poder de mejorar. En lugar de enfocarte en el término “debilidad” y en su connotación negativa, piensa en esas áreas donde necesitas crecer o mejorar. Esto te mantendrá concentrado en el futuro y en lo que puedes hacer para superarte.
Es importante tener en cuenta que tanto el concepto de fortaleza, como el de debilidad, son relativos. Lo que para unos es fortaleza para otros puede ser una debilidad; y lo que en ocasiones puede presentarse como una debilidad en otras situaciones puede ser considerada una fortaleza y/o presentarse como una oportunidad.
Algunos TIPS para identificar tus fortalezas y debilidades:
Anota las actividades que realices habitualmente. Con la finalidad de identificar tus fortalezas y debilidades, debes pensar en las actividades en las que más participas o las que te parecen más satisfactorias. Durante aproximadamente una semana escribe todas las actividades que realices durante el día, clasificándolas del 1 al 5 en función de lo mucho que las disfrutas o participas en ellas.
Reflexiona sobre tus valores. En ocasiones, puede ser difícil identificar nuestras fortalezas y debilidades debido a que no nos tomamos el tiempo para reflexionar sobre nuestros valores fundamentales. Identificar tus valores te puede conectar directamente con tus fortalezas y debilidades.
Enumera tus deseos. Pregúntate cuáles son tus deseos. Tus deseos o anhelos dicen mucho acerca de ti, incluso si has pasado mucho tiempo negándolos. Considera la razón por la que quieres completar esas actividades o metas y lo que necesitarás para lograrlo. Tus pasiones y sueños suelen ser áreas de gran fortaleza. Escríbelos en otra sección de tu diario, tus deseos y anhelos en la vida. Determina qué es lo que te impulsa y qué te hace feliz.
Comienza a preguntarte qué cosas son las que más disfrutas en la vida. Haz una lista de las actividades o las cosas que te hagan feliz y te brinden placer. Lo más probable es que estas áreas donde encuentres tus pasatiempos sean algunas de tus áreas fuertes. Identifica también, aquello que te atraía hacer cuando eras niño en tu tiempo libre, debes tenerlo en cuenta, ya que dice mucho sobre uno mismo y puede ayudarte a encontrar tus verdaderos talentos.
Piensa en una situación difícil que hayas vivido. ¿Cómo reaccionaste cuando te enfrentaste a la situación? ¿Te callaste y te retiraste o enfrentaste el desafío? ¿de qué manera lo enfrentaste?
Si tomaste el control, probablemente sientas que ese valor y la capacidad de controlar esa situación son una fortaleza. Si por el contrario te viste desbordado, e incluso perdiste los nervios, podría ser una debilidad.
Piensa en una situación que no tiene por qué ser desafiante como la anterior, pero que te haya incomodado, que incluso sea una situación que se repita habitualmente y que siempre te incomode. Por ejemplo, ¿ cómo reaccionas cuando entras a una habitación llena de gente?, ¿entablas una conversación con todos los que conoces o prefieres buscar una esquina tranquila, lejos del ruido y relacionarte solo con una persona ?
La persona a la que le gusta relacionarse con los demás suele ser extrovertida y es buena socializando, mientras que la persona más tranquila es buena para relacionarse a nivel individual y para escuchar. Ambas fortalezas pueden utilizarse para beneficio natural de la persona.
Escribe tus fortalezas y debilidades. Una vez evaluado todo lo anterior, es momento de identificar lo que crees que son tus fortalezas y debilidades. Enfócate en el momento actual y según lo que haces en tu vida en el presente, ya sea a nivel personal como profesional. Recuerda que en este punto, nadie te califica o te juzga por tus respuestas, así que sé sincero y honesto contigo mismo.
Reflexiona sobre tus conclusiones para poder pasar a la acción. Después de evaluar tus fortalezas y debilidades, tómate un tiempo de reflexión y aceptación y márcate un plan de acción, tú decides si necesitas o quieres trabajar en alguna de tus debilidades. Una vez identificadas, también puedes hacer un uso más consciente de tus fortalezas, enfocarte en potenciarlas y sacarles el mayor partido posible.
Rechaza el perfeccionismo. Procura no obsesionarte con tus debilidades y no te fuerces a ocultarlas, recuerda su relatividad, asume que las tienes, que forman parte de ti y quiérete con ellas.
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