Si pensamos detenidamente en la trascendencia de nuestras emociones, observaremos que todos los días nos suceden cosas que producen que sintamos emociones, y que son muchas las ocasiones en que éstas influyen decisivamente en nuestra vida, aunque muchas veces no nos demos cuenta.

Gran parte de nuestras decisiones son influenciadas en mayor o menor grado por las emociones. Y ante esta realidad, cabe resaltar también que existen personas con un dominio de su faceta emocional mucho más desarrollada que otras.

La toma de conciencia de las emociones constituye la habilidad fundamental sobre la que se edifican el resto de habilidades y componentes de la Inteligencia Emocional, así como el resto de dimensiones del Autoconocimiento.

El Autoconocimiento Emocional o Autoconciencia es por tanto la primera aptitud de la Inteligencia Emocional (IE). Parte de que, si no conoces tus emociones, si no aprendes a identificar tus estados de ánimo y las consecuencias que estos pueden tener en tu comportamiento, difícilmente podrás controlar tus reacciones y utilizarlas productivamente. Tampoco podrás comprender bien el comportamiento de los que te rodean, identificar sus sentimientos y emociones, ni podrás actuar con efectividad en tus relaciones interpersonales.

Nuestras emociones pueden proporcionarnos información valiosa sobre nosotros mismos, sobre otras personas y sobre determinadas situaciones.

Las personas rígidas en sus emociones:

  • Se sienten, a menudo, desbordadas por sus emociones, y por tanto atrapadas en un bucle.
  • En ocasiones sienten que no pueden controlar su vida.
  • Viven atrapados en sus creencias y juicios por lo que les resulta difícil comprender a los demás y muchas veces a sí mismos.
  • Todo cambio es vivido como amenazante

La persona consciente de sí misma:

  • Es consciente de sus estados de ánimo.
  • Son personas que conocen bien las facetas de sus estados emocionales, saben qué están sintiendo y por qué, comprenden los vínculos existentes entre sus sentimientos, pensamientos, palabras y acciones en sus relaciones interpersonales.
  • Conocen el modo en que sus emociones influyen en su bienestar y en su rendimiento y han aprendido a reconducirlas cuando la situación lo requiere.

Una persona emocionalmente inteligente es aquella capaz de sentir, entender, controlar, gestionar y modificar satisfactoriamente las emociones propias y ajenas, superando obstáculos, logrando objetivos y mejorando con ello la calidad de sus relaciones y aspiraciones profesionales.

Pin It on Pinterest

Share This